Acá donde estoy la gente es distinta, no hay personas solas, no hay angustia, no hay soledad, no hay discriminación, no hay envidia. No sé si será el aire del río que te penetra en los poros, en el alma, la execiba cantidad de bicicletas que hacen a las personas menos sedentarias y más iguales (aquí el dueño del negocio y el empleado llegan los dos en bicicleta). O el olor a verde, a naranjo florecido, a pasto, a pileta Pelopincho en cada patio, jardín, parque de cada casa. Acá todos van al club, todos tienen novio/a, todos comen, todos pasean, eso sí siempre dentro de este pequeño mundo, que alguna vez pensé como mi lugar en el mundo (exactamente en el mirador con vista al río, a la isla, al cielo), aunque ya sé que no. En realidad es un lugar, dentro de otro lugar, sobre otro lugar, que encierra otro lugar... Infinito.
Comentarios
Eric: Por supuesto que hay asignaturas pendientes, para mi, para vos, para unos cuantos...
Pero pasear por el cielo de tanto en tanto, no esta nada mal. Y ese lugar es lo más parecido que ví. Tenés que ir a sacar fotos!.
Gracias por pasar a ambos.
Dal.-
Respondo a tu inquietud: Llegué hasta aquí porque me guió Humanoide. Y me quedé por las fotos.
Saludos