Y me pasó por querer ser más papista que el Papa, más equilibrada que la balanza de la justicia, más recta que lo recto, más transparente que el agua de manantial. Desde la rectitud, la inocencia, lo naif, no hice lo que debería haber hecho: ponerlo a prueba contra la espada y la pared en una situación complicada de confusión. Pensé en no hacer lo que no me gusta que me hagan, en no lastimar a terceros, por no aportar más discordia a una relación/situación que no me pertenece y creía debía respetar, sólo consistía en esperar pacientemente. Pero en este cuentito versión siglo XXI el que no corre vuela y el cocodrilo que se duerme es cartera. En éstos momentos estoy a punto de convertirme en una linda cartera de fina terminaciones, codiciada por muchos, comprada por nadie. Me pasa por novata, por miedosa, por moralista, por estúpida, por utópica; por ser diestra en un mundo de zurdos, por ser bondadosa en un mundo sin bondad. Mientras tanto soporto el beso profundo, duradero y ruidoso en