Corría el año 2009 cuando transitaba los pasillos de la escuela de periodismo TEA, eventualmente veía a un chico que me encantaba, no sabía quien era, ni que hacía ahí. Las posibilidades era dos: alumno o profesor, al ser tan joven y TEA un lugar amplio con respecto a la edad nunca lo supe. En un momento por generación espontánea o por casualidad u obviedad supe que definitivamente se trataba de un joven profesor.
El jueves pasado en el intervalo (o recreo mejor dicho) fui con mi soltura que me caracteriza a buscar un café al bar de Pablito, lugar en el que paso mucho tiempo. Después de hacer mis comentarios pertinentes sobre mi nombre y mi condición de mujer, advertí que al lado mío estaba él, un hombre de mediana edad comiendo una empanada de carne y una Sprite, se rió de modo tímido de mis clásicos (y absurdos) chistes.
Al mirarlo descubrí que detrás de esas gafas de intelectualoide había unos profundos ojos azules y ahí conecté al profe que me encantaba, con el profe que estaba ahí tímido y callado.
Sólo atiné a ver la carpeta de las asistencia para saber en que curso daba clases, eso me bastó para que a las 12.30 ya supiera su nombre y profesión, sus misceláneas y obsesiones.
Es periodista, dirige el suplemento de cultura de un diario porteño, editó dos libros que recopila cuentos de grandes autores y trabaja en su primer libro de cuentos.
Me enamoré: como una fan, como una adolescente, como una groupie.
Si es platónico es fantástico, sino tanto mejor.
No sé porque el mundo es tan chico y conoce a Mr. L , raro porque él tiene 34 años y Mr. L sólo algunos más que nosotras (está trabajando en P/12), pero se conocen y se tiran flores mutuamente.
El jueves tal vez, me lo cruce, tal vez no.
El jueves pasado en el intervalo (o recreo mejor dicho) fui con mi soltura que me caracteriza a buscar un café al bar de Pablito, lugar en el que paso mucho tiempo. Después de hacer mis comentarios pertinentes sobre mi nombre y mi condición de mujer, advertí que al lado mío estaba él, un hombre de mediana edad comiendo una empanada de carne y una Sprite, se rió de modo tímido de mis clásicos (y absurdos) chistes.
Al mirarlo descubrí que detrás de esas gafas de intelectualoide había unos profundos ojos azules y ahí conecté al profe que me encantaba, con el profe que estaba ahí tímido y callado.
Sólo atiné a ver la carpeta de las asistencia para saber en que curso daba clases, eso me bastó para que a las 12.30 ya supiera su nombre y profesión, sus misceláneas y obsesiones.
Es periodista, dirige el suplemento de cultura de un diario porteño, editó dos libros que recopila cuentos de grandes autores y trabaja en su primer libro de cuentos.
Me enamoré: como una fan, como una adolescente, como una groupie.
Si es platónico es fantástico, sino tanto mejor.
No sé porque el mundo es tan chico y conoce a Mr. L , raro porque él tiene 34 años y Mr. L sólo algunos más que nosotras (está trabajando en P/12), pero se conocen y se tiran flores mutuamente.
El jueves tal vez, me lo cruce, tal vez no.
Comentarios
Te mando un beso grande y deseo verte pronto.
Besos!
Nos vamos a ver pronto.
Besos.-