Ir al contenido principal
Cosas simples y no por simples sencillas
El día fue largo, convulsionado, con brotes de enojo y disconformidad, por momentos pensé en fugarme, en renunciar, en no estar más ahí. La idea era tomar una café con una vieja amiga, pero la planilla de excel se comío todo mi tiempo, el sistema consumió mis ganas y la responsabilidad no me dejo ir.
En la era de la hiper conectividad, yo estoy conectada, pero no hablo, aún así puedo estar al tanto de los movimientos (los más comunes claramente) eran casi las siete cuando dejé de verlo.
Las cosas se complicaron, todo tardaba, me di por vencida. Salí cansada, pero aún algo sonriente caminando en bajada por Corriente y al llegar al lugar vi el bolso, el aro en la nuca, la remera negra y por supuesto, lo vi a él, en ese mismísimo momento todo me dejó de importa: las diez horas de trabajo, los dos mil empleados, mis jefas, mi sueldo.
Se convirtió en un momento simple, cotidiano, pero perfecto para mi. Mientras tanto, la ciudad comienza a bajar la guardia, las luces empiezan a brillar, brillaban como mi sonrisa imborrable, mis ganas locas y mi cara indisimulable. Todo se me pasa, pero no me convierto en una adolescente, sino en una persona feliz, plena o me invade una sensación indescriptible, no sé como calificarlo.
Poco a poco comienza a haber código "entre nosotros" y nos reímos de las mismas cosas sabiendo donde quiere llegar el otro.
Es un momento simple, es la vuelta a casa, el fin del día, pero no por ello sencillo contiene muchas cosas, es complejo y simple a la vez. Es todo y nada.
Cosas simples y no por simples sencillas...
fácil de realizar.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

San Pedro B - Lado B

Acá donde estoy la gente es distinta, no hay personas solas, no hay angustia, no hay soledad, no hay discriminación, no hay envidia. No sé si será el aire del río que te penetra en los poros, en el alma, la execiba cantidad de bicicletas que hacen a las personas menos sedentarias y más iguales (aquí el dueño del negocio y el empleado llegan los dos en bicicleta). O el olor a verde, a naranjo florecido, a pasto, a pileta Pelopincho en cada patio, jardín, parque de cada casa. Acá todos van al club, todos tienen novio/a, todos comen, todos pasean, eso sí siempre dentro de este pequeño mundo, que alguna vez pensé como mi lugar en el mundo (exactamente en el mirador con vista al río, a la isla, al cielo), aunque ya sé que no. En realidad es un lugar, dentro de otro lugar, sobre otro lugar, que encierra otro lugar... Infinito.

Volver a escribir

  Vuelvo a escribir en este espacio después de muchos años, hoy ya no soy la chica que comenzó con este blog, soy otra mujer. Pensé mucho si era necesario volver a utilizar este espacio para contar lo que me pasa, lo que me gusta, lo que uso, consumo y pienso. Creo que sí, que es necesario. La pregunta ahora es saber qué voy a postear acá semana a semana y la respuesta es simple: lo que me pasa. ¿Qué me pasa? muchas cosas. Hay blogs o cuentas de Instagram que hablan de un tema: decoración, moda, vida saludable, fitness, animales, etc. Yo no puedo, tengo que hablar de todo, porque soy una conjunción de cosas particulares y me divierte contarlo.  Siento que a todas nos pasa lo mismo, nadie dedica su vida exclusivamente a algo, porque trabajamos muchas horas, pero también nos pintamos las uñas, pero además vamos al supermercado y a la verdulería y también pagamos los impuestos y hablamos con el plomero. No soy una cosa soy miles, porque hoy la mujeres somos multitasking.   H

Una tarde por Kuala Lumpur

Una tarde en un descanso de la locura diaria, agotada de la vida de oficina, con un compañero nos preguntamos dónde querríamos estar en ese preciso momento. Tratábamos de huir de la triste realidad que nos aquejaba (horas y horas en una agencia de medios del centro porteño encallados en la silla, ya a esa altura). Y yo le dije en: Kuala Lumpur. En ese momento no sabía que era la capital de Malasia y no recordaba que las Petronas estaban emplazas en dicha ciudad. Como siempre trato de conseguir todo eso que proyecto, los dos nos pusimos a caminar por las calle de Kuala Lumpur a través del Google street view. Nos tomamos un buen rato para mirar y entender que era una ciudad de locos y que había que visitarla.  Meses después (casi un año) mi amigo Enzo me propone viajar al Sudeste Asiático, por supuesto que le dije que sí. Nada amo más que subirme a aviones con destinos poco comunes y llegar a ciudades que no conozco, no hablo el idioma y tampoco sé cuál es su moneda. Sentirme