Ir al contenido principal

Una tarde por Kuala Lumpur



Una tarde en un descanso de la locura diaria, agotada de la vida de oficina, con un compañero nos preguntamos dónde querríamos estar en ese preciso momento. Tratábamos de huir de la triste realidad que nos aquejaba (horas y horas en una agencia de medios del centro porteño encallados en la silla, ya a esa altura).
Y yo le dije en: Kuala Lumpur. En ese momento no sabía que era la capital de Malasia y no recordaba que las Petronas estaban emplazas en dicha ciudad. Como siempre trato de conseguir todo eso que proyecto, los dos nos pusimos a caminar por las calle de Kuala Lumpur a través del Google street view. Nos tomamos un buen rato para mirar y entender que era una ciudad de locos y que había que visitarla. 
Meses después (casi un año) mi amigo Enzo me propone viajar al Sudeste Asiático, por supuesto que le dije que sí. Nada amo más que subirme a aviones con destinos poco comunes y llegar a ciudades que no conozco, no hablo el idioma y tampoco sé cuál es su moneda. Sentirme totalmente shockeada por realidades tan distintas me produce una adrenalina única. 
Esta foto la tomé con mi celular una tarde/noche calurosa de otoño en Kuala Lumpur, Malasia, tenía un vestido comprado en Vietnam y la ingenuidad de esa persona que llega por primera vez en su vida a Asia y es realmente feliz.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

En camino

Me desperté por el ruido del golpe en el tablero. Los veo desde atrás, son dos, o más tal vez, pero en este momento solo diviso las manos de él, es él o ella. No, no, es él, no tiene anillos en sus manos, son blancas, pulcras, de uñas amables a la vista, lleva un reloj grande en su muñeca, se puede ver por que las manos están tendidas sobre el volante en forma rígida, y las magas de la campera se corren. El andar del auto es prolijo, la calle esta casi vacía, sólo se ven las luces de la avenida que largan destellos amarillos como rayos. Ellos hablan, se ríen, una música, los acompaña: son voces femeninas, son cuerdas, son golpes fuertes de batería. Son ellos los que están ahí y nadie más. La charla es verborragica, las voces suben y bajan, llegan a ser susurros placenteros. Nadie los ve, pero están. De modo mágico caigo dentro de su estómago, comienzo a sentir. Las mariposas no vuelan, ya planean, quieren salir por la boca, tener libertad de acción, ella las contiene, sabe que no es el...

Despedida parcial, pero jamás final

Se acomodaba, se movía sin cesar, hacía ademanes en demasía con las manos y se sentó. En medio del pasillo verde y con una voz muy, pero muy particular, la encontré rezongando al lado de una chica de rastas, sentada en una silla celeste humo. La supervisora, me pidió que me quedara con ella para comenzar a trabajar, hasta que lo pueda hacer sola. Me la presentó se llamaba Ethel, ella me saludó, no percibí nada, solo una persona que no me prestó demasiada atención, me dio un beso y siguió con su ritmo. La confianza al finalizar el día, no era más que la que tienen dos compañeras de trabajo. Los días pasaron, la chica de rastas no estaba más, el alma se nos aunó poco a poco, todo fue progresivo, nada en exceso. Las charlas eran agradables, seguidas, pero no desmesuradas, no sé cuanto tarda una persona en unir su espíritu con el otro, en sincronizar, en combinar, en compartir, en encontrar, pero fue así. Un día me levante y sin querer o queriendo, o por que la vida lo quiso así, me encont...

Volví al eje

Foto: Dalma.- Paz...